Estos son momentos en los que te quedas sin palabras. Se te quitan las ganas de todo. Se ha ido. Se ha ido alguien cercano. ¿Qué importa lo demás? Haces balance: que si no hablaba ahora tanto con él como pude hacerlo en el pasado, que si no me felicitó o no le felicité por Tuenti... ¡Qué sinsentido, preocuparse por esas banalidades! Una vida se ha ido sin comerlo ni beberlo, y nos damos cuenta de que no somos más que polvo en el aire, como mucho. Una parte de nosotros se va, tuviésemos o no mucha relación con quien se ha ido. Hay que tener poco corazón para no sentirlo; y hay que tener muchas fuerzas para recordarle. La vida es efímera; una sola decisión puede marcar tu destino. Y eso es simple cuestión de suerte. Y cuando la suerte es mala, no podemos hacer nada para escapar de sus crueles intenciones.
En fin... Toda una vida por delante tenías. Si lo miras por el lado bueno, te has librado de Selectividad. ¿Pero a quién le importa? Dame 150 Selectividades y quítame esta puta desgracia.
Esta entrada también llega a su epitafio. Simplemente descansa en paz, Juan. Y gracias por ese gran gusto musical. Siempre te recordaremos, desde ahora (momento en el que no nos creemos que nos hayas dejado) hasta el final. Fuerza para los familiares y amigos más íntimos, y para todos.